Yo sé que muchos de ustedes se preguntarán ¿por qué tanto gusto y pasión por viajar? ¿Qué será lo que tanto me atrae de abandonar por completo mi cultura y entregarme a una nueva?
Y la respuesta no es otra que: despegarme de mi mundo por un tiempo. Ese deseo insaciable de sumergirme en un mundo que me es absolutamente desconocido y misterioso, que me trae una magia particular como la que tiene cada lugar que uno recorre.
Un día me encontré con que lo que llenaba mi alma era viajar.
Sí, descubrir nuevos lugares, que por lejos o cerca que estuvieran me invitaban a despegarme de mi mundo que se movía siempre igual -como las manecillas del reloj-, encontrar cada rinconcito impregnado de olores, colores, sabores, personas y ritmos que, por más extraños que se me hicieran, me convencían de que ahí estaba mi verdadera pasión.
En un principio no fue fácil darme a la tarea de escoger lugares, ¿por dónde empezar?, ¿qué es lo primero que debo hacer?, ¿dónde buscar? Pero ya por lo menos contaba con la decisión más importante: la de aventurarme al mundo y escuchar ese llamado que desde chico sentía. La decisión en un principio te implica salirte de tu zona de confort y de la estabilidad que a veces nos da tanto temor dejar, para “desacomodarte” en la búsqueda de asumir nuevos retos y los riesgos que siempre implica una nueva decisión (lee también La Carrera de las Ratas).
Entonces, ahí estaba parado yo. Un hombre, que quería adquirir el título de “viajero”, pero que aún tenía muchas dudas. Muchos me tildaron de loco, desubicado o inmaduro. Pero yo tenía la convicción de que nadie podía vivir mi vida por mí ni decirme qué sería lo que me haría feliz, o lo que más me convendría.
“Estudia, fórmate, consigue un gran empleo, entonces obtendrás tu casa propia y podrás conformar una familia. Así obtendrás la vida que has deseado”.
Ese es el esquema con el que desde pequeños hemos sido formados. Y yo, en contra de todo ese paradigma, me aventuré a dejar salir ese espíritu de viajero que me habitaba y que hoy me ha convencido de que no estaba equivocado, de que escuchar el llamado de nuestro corazón es la mejor forma de ser felices (mensaje para mis hijos).
Así que parceros, hoy los quiero invitar a descubrir cuál es esa pasión que los mueve. Quizá sea trabajar y comprar la casa de sus sueños. Para todos los que están trabajando por eso, ¡los felicito! Yo descubrí que la mía es viajar y que me haré el de los oídos sordos cuando alguien trate de tumbar mis sueños, cuando aparezcan esos verracos “roba sueños” (lee también Los Roba Sueños).
Muy seguramente si hubiera escuchado las voces de todas esas personas no estaría donde estoy, o más bien, no sería lo que soy ahora: un viajero apasionado y enamorado de la vida.
Felices viajes.
Daniel Tirado
PD: Qué es lo que más te apasiona en la vida? Cuéntame tus pasiones y de qué forma estás trabajando en ellas.
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